PLATÓN (428-348 a.C.) Resumen de su pensamiento

 

MAFALDA PENSANDOI. LA TEORIA DE LAS IDEAS Y LA ONTOLOGÍA PLATÓNICA 

I. 1. El dualismo ontológico

     La  teoría  de  las Ideas es  el núcleo central  de la filosofía platónica: ontológicamente las Ideas son los únicos objetos verdaderamente reales; epistemológicamente son  los objetos  del  conocimiento auténticamente tal;  desde el  punto de  vista de  la  moral y político,  son el fundamento de la  conducta justa,  y antropológicamente están  a  la  base  del dualismo platónico y le permiten incluso la demostración de la  inmortalidad del  alma.

      Platón  defendió  un claro dualismo ontológico, creyendo en la  existencia  de  dos  tipos de realidad o tipos de mundos:  el mundo sensible y el mundo inteligible o  mundo de las Ideas. El Mundo Sensible consta de  realidades  particulares,  en  él  que  se  da  la multiplicidad,  el  cambio,  la  generación  y la destrucción; es el conjunto de cosas perceptibles por  los sentidos,  cosas materiales, temporales y espaciales. Por su parte, el Mundo Inteligible consta de realidades universales, en él se da la unidad; es el mundo de las Ideas (o "Formas"). Las Ideas no están sometidas a cambio, son eternas, invisibles, no materiales, atemporales y a espaciales. Se conocen por la razón. Es la auténtica realidad. Las Ideas  o Formas no son conceptos o sucesos  psíquicos,  algo  que  exista  en  la  mente;  son  entidades extramentales,  con entidad objetiva  e independiente  del  hombre. Las Ideas son causas  de  las cosas:  aunque  ellas sean  el auténtico ser, Platón, a diferencia de Parménides, no negará toda realidad a lo que se da  a los sentidos  (mundo   sensible);  lo sensible,  aunque ontológicamente inferior  a las Ideas,  poseerá también cierto tipo de ser, y éste le vendrá dado por la  imitación o participación de  las Formas.  La tarea del Demiurgo será precisamente  hacer que la  materia informe, existente desde siempre, tome rasgos semejantes a las Ideas.

        El mundo de las Ideas está ordenado jerárquicamente pues hay distintos tipos de Ideas y no todas son valoradas del mismo modo. La lógica interna de los argumentos que utiliza para la defensa de las Ideas tendría que llevarle  a  mantener  que  hay  Ideas  de todos aquellos términos  lingüísticos  de los cuales podamos  encontrar algún  ejemplo,  es decir,  de  todos  los  términos  universales: "justicia",  "bien", "hombre"; pero también "mesa", "pelo", "barro", etc. A pesar de ello,  la población  de las Ideas postulada por Platón queda bastante limitada a causa de consideraciones  valorativas. Géneros de Ideas que se incluyen en el mundo inteligible: Idea de Bien, otras Ideas morales (Justicia, Virtud, etc.); Ideas estéticas (especialmente la de Belleza), Ideas de Multiplicidad, Unidad, Identidad, Diferencia, Ser,  No Ser,. Ideas matemáticas y otras Ideas (Idea de Hombre, etc.).  Platón sitúa a la Idea de Bien  en la cúspide de ese mundo; a  veces la identifica con la Idea de Belleza e, incluso, con  Dios. La Idea de Bien causa lo real pues la conducta humana se hace con vista a ella y todo  lo  real  tiende a  ella (finalidad intrínseca en la naturaleza).

I. 2. Argumentos platónicos para la defensa de la Teoría de las Ideas

       Esencia de esta teoría: existen ciertas entidades independientes y  diferentes de las cosas del mundo sensible y que  sólo pueden pensarse  como absolutas, inmutables y universales.

a)  La crítica al conocimiento sensible  en el dialogo "Teetetes": Platón mostrará que el conocimiento sensible no puede dar lugar a evidencias,  que la aceptación de dicho conocimiento conduce al relativismo y  que  el  relativismo  es  absurdo (crítica al movimiento sofista).   El  argumento  se completa mostrando que tenemos conocimientos que no se basan en los sentidos. Conclusión: no es posible la ciencia (conocimiento estricto) utilizando la sensación como  criterio de verdad,  no podemos tener ciencia  de lo que aparece a los sentidos (del mundo  sensible).  La  ciencia se ha de basar en el  uso de la razón,  que se  referirá a la naturaleza  de las cosas, a la esencia ("Ideas", en términos platónicos).             

b)  El uso del lenguaje  y el  problema   de   la  referencia  de  los términos universales. Términos  lingüísticos como los nombres comunes  ("mesa"), adjetivos ("bueno") y los sustantivos abstractos  (“belleza") términos de los que se puede mostrar algún ejemplo, inducen a pensar en entidades distintas a las  individuales.  El referente de los nombres propios ("Sócrates", "Napoleón") es una  entidad individual; pero  tenemos ciertos problemas para pensar  en los  referentes  de  aquellos  otros  términos (los nombres comunes, adjetivos y sustantivos abstractos, a los que podemos llamar términos UNIVERSALES,  puesto  que  pueden  utilizarse  para  referirse a una  pluralidad de  objetos).  Por  ello Platón mantendrá que deben existir unas entidades que sean  el  correlato de  los  términos  universales y distintas de los individuos: lo Verde, sería el correlato de "verde",  la Bondad de "bondad",  la Belleza  de "bello", la Verdad  de "verdad"; a las entidades correlato de los términos universales  Platón las llama Ideas o Formas.

c) La posibilidad del conocimiento científico: la ciencia estricta no puede hacerse de lo que cambia continuamente, las cosas sensibles están en continuo cambio, luego la ciencia no se puede referir a las cosas sensibles sino a  entidades que no cambian.  La segunda premisa muestra una clara afinidad con Parménides y con Heráclito: lo dado a  los sentidos es un mundo sometido continuamente al cambio, a la mutación.  En cuanto a la primera premisa: debemos pensar en algo permanente en los objetos si  queremos que nuestras  proposiciones  referidas a  ellos sean siempre verdaderas. ¿Hay un conocimiento que siempre sea  verdadero?  Si poseyésemos  tal conocimiento  deberíamos  pensar que en  el mundo hay cosas que no cambian, y nuestro conocimiento versaría acerca de ellas. Platón creerá que la MATEMATICA reúne esas condiciones. La  ciencia  que  busca  será  aquella  que, como la  matemática, usa  la razón y posee aquel tipo de universalidad; creerá que es posible un saber análogo, e incluso superior,  en  ámbitos de lo real  distintos al  matemático; y ambas disciplinas (la matemática y ese saber superior que denominará "dialéctica") serán conocimiento estricto precisamente por referirse a entidades inmutables. A dichas entidades las llamará Platón "Ideas".

 

II. EL MITO DE LA CAVERNA, COMPENDIO DE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA

       En el libro VII de “República”, Platón presenta su mito más importante y conocido, el mito de la caverna. Platón dice expresamente que el mito quiere ser una metáfora “de nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación”, es decir, sirve para ilustrar cuestiones relativas a la teoría del conocimiento. Pero tiene también claras implicaciones en otros dominios de la filosofía como la ontología, la antropología e incluso la política y la ética; algunos intérpretes han visto en él incluso implicaciones religiosas.  El mito describe nuestra situación respecto del conocimiento: al igual que los prisioneros de la caverna que sólo ven las sombras de los objetos, nosotros vivimos en la ignorancia cuando nuestras preocupaciones se refieren al mundo que se ofrece a los sentidos. Sólo la filosofía puede liberarnos y permitirnos salir de la caverna al mundo verdadero o Mundo de las Ideas.

         Nos pide Platón imaginar que nosotros somos como unos prisioneros que habitan una caverna subterránea. Estos prisioneros desde niños están encadenados e inmóviles de tal modo que sólo pueden mirar y ver el fondo de la estancia. Detrás de ellos y en un plano más elevado hay un fuego que la ilumina; entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto al borde del cual se encuentra una pared o tabique, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima de él, los muñecos. Por el camino desfilan unos individuos, algunos de los cuales hablan, portando unas esculturas que representan distintos objetos (animales, árboles, objetos artificiales...). Dado que entre los individuos que pasean por el camino y los prisioneros se encuentra la pared, sobre el fondo sólo se proyectan las sombras de los objetos portados por dichos individuos. En esta situación los prisioneros creerían que las sombras que ven y el eco de las voces que oyen son la realidad.

Señala Platón que el prisionero liberado va poco a poco descubriendo niveles de realidad cada vez más auténticos: primero miraría los objetos del interior de la caverna y la luz del fuego presente en ella, después saldría al exterior de la caverna y vería primero las sombras de los objetos, después los reflejos de los objetos en el agua  y luego los objetos mismos. Finalmente percibiría el Sol, concluyendo que es lo que produce las estaciones y los años, gobierna todo el ámbito visible y que de algún modo es causa de las cosas que ellos habían visto. Al recordar su antigua morada, la sabiduría allí existente y a sus compa­ñeros de cautiverio, se sentiría feliz y los compadecería; esa vida le parecería insoportable. Pero a pesar de todo, regresaría al mundo subterráneo y aunque pudiera perder la vida en el intento por mostrarse al principio torpe en ese mundo de las sombras y provocar las risas y el desprecio de sus compañeros, bajaría para ayudarles en su liberación.

        Platón nos da las principales claves para la interpretación del mito: debemos comparar la región visible con la morada-prisión y la luz del fuego que hay en ella con el poder del Sol. El ascenso y contemplación de las cosas exteriores (metáfora del Mundo de las Ideas) es semejante al camino del alma hacia el ámbito inteligible. Señala también que el objeto último y más difícil de alcanzar del mundo cognoscible es la Idea del Bien (simbolizado en el mito con el Sol, último objeto percibido por el prisionero liberado), causa de todas las cosas rectas y bellas; en el mundo visible ha engendrado la luz y al Sol, y en el ámbito inteligible es la productora de la verdad y de la inteligencia; es la realidad que es necesario ver para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.  

 

III. LA TEORÍA DE LAS IDEAS Y LA EPISTEMOLOGÍA PLATÓNICA

      En Platón la solución a la posibilidad del conocimiento en sentido estricto es su teoría de las Ideas.  Con dicha teoría dividirá lo real  en dos ámbitos ontológicamente distintos y a los que le corresponderá saberes también muy distintos. Tipos de saber: CIENCIA: se ocupa de las Ideas, lo permanente, y se divide en  dialéctica y pensamiento discursivo; OPINION: es el conocimiento del mundo sensible, de lo que está sometido  a generación y corrupción, y se divide en creencia (se refiere a los "animales que nos rodean, todas las plantas y el género entero de las cosas fabricadas) y conjetura (referida a las "sombras", y a otras cosas semejantes).

En la llamada CIENCIA, distingue Platón el pensamiento discursivo y la dialéctica. El primero se identifica principalmente con la matemática (geometría  y aritmética), que a pesar de su extraordinario valor posee dos deficiencias: el uso de signos sensibles y el apoyarse en  hipótesis (¡cuidado!, "hipótesis" en el sentido platónico, no en el nuestro): el matemático no reflexiona sobre el ser de los objetos con los que trata (los números, p. ej.), no establece ninguna tesis referida al ser propio de dichos objetos, por lo que es un conocimiento incompleto. La dialéctica es el conocimiento superior, se refiere al Mundo de las Ideas, a lo  inmutable y universal, lo eterno, y se identifica con la filosofía. Platón la concibe de dos modos: como método racional que no usa de signos sensibles, pues emplea sólo la razón, ni descansa en "hipótesis", pues intenta prescindir de todo supuesto; la filosofía (= dialéctica) es el saber más reflexivo, el saber que no deja ninguna cuestión sin examen o evaluación; el objetivo de la dialéctica es descubrir las relaciones existentes entre las Ideas y buscar como fundamento último de todas ellas la Idea de Bien. La auténtica filosofía es "una ascensión al ser": el filósofo ha de pasar del mundo sensible al mundo de las Ideas y en  éstas a la Idea rectora del conocimiento y del ser, la Idea del Bien (recordad la metáfora de la caverna y la liberación de los prisioneros; su experiencia vital es análoga a la del filósofo: el prisionero asciende al mundo exterior y descubre con mucho esfuerzo al Sol como causa del ser y de la inteligibilidad de las cosas; el filósofo (el dialéctico) "asciende" de su experiencia con las cosas del Mundo Sensible al Mundo Inteligible en donde encuentra la Idea del Bien como fundamento del ser y de la  inteligibilidad de las Ideas y de todo lo real). Pero Platón también entiende la dialéctica como impulso erótico: el filósofo ascenderá desde el plano sensible al inteligible; dicho ascenso no será sólo intelectual, y no acabará como antes en la Idea  del Bien sino en la Idea de Belleza. El motor de dicho ascenso será un impulso erótico y el objeto del amor (Eros) la belleza.

 

IV. DIMENSION ANTROPOLOGICA DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS

         El dualismo ontológico "mundo sensible/mundo inteligible" tiene su paralelo en su concepción antropológica  en el neto  dualismo entre el cuerpo  y el alma.  Platón concibe al hombre  como un compuesto  de dos sustancias distintas: el cuerpo, que nos vincula al mundo sensible, y el alma, que nos saca de ésta esfera y nos relaciona con el mundo superior. El alma humana será entendida como inmortal, con un destino distinto y superior al del cuerpo. La superioridad del alma con respecto al cuerpo se debe al hecho de que el alma (y no el cuerpo) es el principio de conocimiento y de bondad, pero más aún a que el cuerpo está sometido a corrupción y muerte mientras que el alma tiene un destino inmortal. A este respecto, Platón utiliza varios argumentos para demostrar la inmortalidad del alma, destacando entre todos el que descansa en la teoría de la reminiscencia: en el diálogo titulado “Menón”, Platón defenderá la tesis de que CONOCER es RECORDAR: no cabe que tengamos una experiencia de conocimiento (más exactamente de conocimiento de lo universal) completamente original: cuando afirmamos que una proposición matemática es verdadera, no es porque la hayamos aprendido, es más bien porque recordamos las relaciones existentes entre las Ideas y que nuestra alma vio en el  mundo de  las Ideas antes de encarnarse en  nuestro cuerpo. La percepción del  mundo sensible no puede servir de fundamento al  conocimiento estricto y, puesto que poseemos tal conocimiento,  éste ha de  provenir de una experiencia anterior. Por tanto: conocer es actualizar un conocimiento ya vivido, conocer es recordar  (esta tesis se llama TEORIA DE LA REMINISCENCIA).

       Como  todos los  griegos,  Platón  defenderá  que  el  alma es un  principio que se mueve a  sí mismo y  es fuente de movimiento. Pero lo singular de su concepción es que el alma destaca frente al cuerpo por otro aspecto aún más importante: el alma nos iguala a los dioses y nos  permite el conocimiento de las Ideas.  Platón encuentra tres partes o funciones en el alma humana: la parte racional viene representada,  en el mito del carro alado, por el cochero; es la más noble  y elevada,  y  su función es conocer intelectivamente, dirigir y guiar a las otras dos; la parte irascible, representada por el caballo bueno y hermoso, símbolo del valor y la voluntad, se deja conducir muy fácilmente; y la parte concupiscible, que está representada por el caballo malo, difícil  de  guiar,  que simboliza el deseo y  la pasión sensible  inmoderados. El alma busca la liberación del cuerpo y en esa búsqueda practica la filosofía como aproximación intelectual al mundo que le es propio. La parte racional del alma debe intentar purificar al individuo de los apetitos sensibles, de ahí que le  corresponda el papel  rector en la conducta de los hombres.

         El dualismo antropológico de  Platón se caracteriza por mantener una radical escisión  en  el  ser del hombre: siguiendo  las doctrinas órficas, dirá que hay dos principios en el ser humano: el ALMA inmortal, lo más divino que hay en nosotros, principio de conocimiento  y moralidad; y el CUERPO, origen de la  ignorancia y del mal. Con Platón  comienza  en  Occidente un pensar para el cual  el cuerpo y las pasiones que habitualmente se vinculan con él son responsables de todas nuestras penas, desgracias y sufrimientos; esta consideración presenta al hombre como CULPABLE por el mero hecho de  tener cuerpo,  y se puede rastrear en el pensamiento occidental, especialmente en el cristianismo. La tarea más importante del hombre  será por ello, primero la práctica de la virtud, fundamentalmente basada en la renuncia a los apetitos corporales, y segundo la práctica de la filosofía. La purificación moral e intelectual tiene como objeto que las almas se dejen guiar por lo que es justo y recto y de ese modo cumplan con su destino último: las que filosofan y conocen el mundo ideal, vuelven a su lugar de origen (la morada divina), en donde preexistían; mientras que las almas inmundas, que se han dejado llevar de sus pasiones incontroladas, sufren un juicio  y son condenadas  a errar y a vagar indefinidamente, expiando las culpas de su vida pasada.

V. CONSECUENCIAS DE LA TEORÍA DE LAS IDEAS EN ETICA Y POLITICA

a) La virtud.  La teoría de las Ideas de Platón implica la superación del relativismo moral de los sofistas:  las Ideas  de Justicia, Bondad, se convierten en los criterios exactos para discernir lo bueno, lo malo, lo justo y lo  injusto. Las Ideas son ellas mismas valores. La ética de Platón tiende a averiguar lo que sea el Sumo Bien para el hombre, Bien en cuya consecución consiste la felicidad y  al que se llega mediante la práctica de la virtud. Caben dos interpretaciones del Sumo Bien: la vida buena no puede ser ni el placer sólo ni la sabiduría sólo, sino una mezcla de ambos, pues el hombre no es ni pura animalidad ni pura inteligencia. El Sumo Bien sólo  puede ser una vida  mixta de  placer (especialmente placeres puros) y sabiduría. Sin embargo, según otros intérpretes, Platón mantiene que el Bien absoluto para el hombre son las Ideas, cuya contemplación es la felicidad suprema. En este sentido, la virtud, como medio para acceder al Sumo Bien, desempeña una función análoga a la dialéctica como método para llegar al Mundo Inteligible. Mediante la práctica de la virtud se accede al Sumo Bien y, por  tanto, a la suprema felicidad;  la virtud es el estado del alma que le corresponde por naturaleza,  y como el alma tiene tres partes habrá una virtud peculiar para cada una de ellas: a la  parte concupiscible  le corresponde  la templanza: "un cierto orden y continencia de los placeres" o "dominio de sí";   a la  parte irascible,  la fortaleza  o valor: permite que el hombre supere el sufrimiento y el dolor,  y sacrifique los placeres cuando es necesario para cumplir con el deber. A la parte racional le corresponde la virtud de la sabiduría o prudencia que se encarga de regular la totalidad de las acciones humanas. La  virtud  del alma  en su conjunto y la más importante, es la justicia, entendida como armonía u orden entre esas tres partes. Junto con esta interpretación  de la virtud, Platón mantendrá otra  más intelectualista y más relacionada con la teoría de las  Ideas: la  virtud es el conocimiento de lo que es bueno para el hombre, o mejor, de la Idea de  Bien, y se identifica esencialmente con la sabiduría o  prudencia. Recordad que es precisamente la  referencia a las Ideas lo que permitirá a Platón rechazar  el relativismo moral  de los sofistas, pues la Idea de Bien  supone la posibilidad de un  punto de vista  absoluto.

b) El rey-filósofo. Platón creerá, como buen griego, que el hombre es un ser social por naturaleza; ello explica la aparición del Estado (la Polis). El individuo puede alcanzar su máxima realización en el Estado, pero para ello el Estado deberá ser perfecto. En el análisis del Estado, Platón utilizará una división tripartita que guarda analogía con la división del  alma; el Estado es un gran organismo que tiene las mismas exigencias y necesidades materiales y los mismos fines éticos que el hombre. A cada parte del alma le corresponde una clase social: a la parte racional la clase de los gobernantes, que son los  filósofos; al alma irascible, la clase social de los guerreros; a la concupiscible, la de los artesanos.  Los filósofos, cuya virtud es la sabiduría o  prudencia, son los únicos aptos para el gobierno; los soldados, (su virtud es  la  fortaleza), deben defender  y  guardar la polis; los artesanos (su virtud es templanza) suministran los medios materiales que la comunidad necesita. Así, se establece un paralelismo total entre la antropología, la ética y la política. Todas las clases sociales son necesarias, pero cada una goza de distinto rango y dignidad. El fin del Estado es la justicia: el cumplimiento del bien común  para todos los  ciudadanos,  que sólo es  posible cuando todos los elementos que componen la sociedad realizan su propia función. De entre todas las clases sociales destaca la de los  dirigentes: para Platón, puesto que cabe el conocimiento del Bien (de las Ideas), es legítima la tutoría de  los que han tenido acceso a dicho Bien (los filósofos) sobre el resto de los ciudadanos;  el filósofo ha de ser el gobernante,  o los gobernantes han de ser  filósofos;  aunque, por supuesto, los filósofos no buscan satisfacer su  propio interés sino el de la comunidad en su conjunto.

c) El "comunismo" platónico. Puesto que los filósofos deben buscar el bien general, con el fin de evitar tentaciones interesadas y distracciones inútiles no poseen propiedad privada alguna, ni mujer, ni hijos propios;  su interés máximo debe ser lograr la mayor sabiduría posible para poder desempeñar bien su misión de gobierno. También los soldados renuncian a la familia y a la propiedad privada. Sólo a los artesanos se le permite la propiedad privada (limitada y controlada por el Estado) y los vínculos familiares estables. Los  artesanos no necesitan ningún tipo de educación, sólo la profesional propia de cada uno, y tienen que obedecer a los poderes políticos. En este Estado ideal sólo los mejores, una minoría muy selecta, ostentan el poder. Las clases sociales, aunque abiertas, están controladas por un preciso criterio selectivo. Es un Estado de clara inspiración aristócrata. Finalmente, junto con  la descripción de la sociedad ideal, Platón hace también una descripción y valoración de las formas reales de gobierno: existen cinco formas de gobierno; a partir de la monarquía o  aristocracia, por degeneración  sucesiva, surgen  las  demás: la  timocracia, la oligarquía, la democracia y, la peor de todas, la tiranía. La monarquía o aristocracia es la forma más perfecta e ideal  de gobierno: el gobierno de los mejores.

AUTOR: © Javier Echegoyen Olleta

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