UNIDAD 1 del 2013: Filosofía–Definiciones y demás…

 

manos filosofía1- Introducción

Filosofía, término derivado del griego, que significa ‘amor por la sabiduría’. Esta definición clásica convierte a la filosofía en una tensión que nunca concluye, en una búsqueda sin término del verdadero conocimiento de la realidad.

2- Rasgos de los Filosofía

Es posible, sin embargo, ofrecer una descripción de la filosofía como ‘saber racional totalizante, crítico de segundo grado’. La filosofía es una forma de conocimiento que pretende ofrecer explicaciones de los temas que analiza empleando la razón y los argumentos racionales (a diferencia de la fe o la autoridad). En segundo lugar, la filosofía es un saber de tipo general y totalizante, pues pretende ofrecer respuesta a cuestiones de tipo general y mantiene siempre una perspectiva totalizante sobre las mismas. En tercer lugar, la filosofía es un saber crítico, pues analiza los fundamentos de todo lo que considera y nunca se limita a aceptarlos de forma ingenua. Finalmente, la filosofía es un saber de segundo grado, que emplea los datos y contribuciones de las ciencias, que son siempre un conocimiento de primer grado sobre la realidad.

3-Carácter interdisciplinar e interrogativoamor sabiduría

La filosofía es un saber eminentemente interdisciplinar, ya que emplea las aportaciones de diferentes disciplinas científicas y de distintos tipos de saber, sin limitarse a ninguno de ellos; en este sentido, la filosofía va más allá de las habituales especializaciones del saber científico. Este rasgo es una derivación de su carácter general y crítico. Debe señalarse que en filosofía posee un gran valor la actitud interrogativa, y se ha dicho que en ella son más importantes las preguntas que plantea que aquellas respuestas que pueda ofrecer: tal consideración es consecuencia del carácter crítico que caracteriza a la filosofía.

4- Filosofía y técnica

Aunque suele afirmarse que todo hombre o mujer es un filósofo, la filosofía ha desarrollado a lo largo de su historia un conjunto de conceptos y métodos que conforman una técnica y una sensibilidad conceptual muy determinada; de ahí que sea necesario destacar el carácter técnico que posee gran parte del trabajo filosófico. Es éste un rasgo que no ha hecho sino aumentar en los dos últimos siglos, cuando el análisis filosófico se ha visto enriquecido con un elevado nivel de complejidad, que exige un conocimiento especializado.

5- Problemas intemporales

Es evidente que muchos de los análisis que se realizan en filosofía mantienen una cierta conexión con la sociedad y la época en la que esos análisis se han realizado. Sin embargo, muchos de los problemas filosóficos poseen un carácter general que sobrepasa el marco histórico y social en el que han surgido. Esto es lo que explica, en cierto modo, el carácter intemporal de algunas de las cuestiones filosóficas más relevantes, como es la pregunta por el ser, el sentido del cambio, el concepto de sujeto, la estructura de la trascendencia o el alcance del conocimiento.

6- Ramas de la Filosofía

Es posible distinguir varias áreas de investigación filosófica: ontología y metafísica (análisis crítico de la estructura de la realidad); teoría del conocimiento, epistemología o gnoseología (análisis del origen, estructura y alcance del conocimiento); lógica (estudio del razonamiento o argumento válido); ética (teoría de la acción humana y de sus valores); estética (teoría de la belleza y del arte); y, por supuesto, la historia de la filosofía, en cuanto ésta no se limita a una exposición de las distintas doctrinas filosóficas, sino que pretende reconstruir críticamente determinadas argumentaciones o sistemas filosóficos. Cabe señalar, asimismo, la existencia de una variedad de análisis filosóficos de determinadas ramas de la ciencia o de la actividad humana, que constituyen áreas especializadas como son la filosofía de la historia, la filosofía de la ciencia, la filosofía del derecho o la filosofía de las ciencias sociales, entre otras.

El problema

Los niños crecen, la ropa se gasta, las costumbres se modifican, todos éstos son ejem­plos de cambios. Estamos tan acostumbrados a estos y otros cambios que nos parecen la cosa más natural del mundo. Sin embargo, es fantástico que haya cambio y bien podría no haberlo. Tal vez, el universo entero podría haber sido estático, más o menos como cuan­do los chicos juegan a las estatuas, o sea, a quedarse inmóviles.

¿Hay algo permanente, es decir, algo que no cambie y que sea como una especie de soporte de todos los cambios o, por el con­trario, todo será nada más que un cambio incesante? Para el autor del Eclesiastés, Anti­guo Testamento: “Pasa una generación y viene otra, pero la tierra permanece para siempre”; sin embargo, hoy sabemos que nuestro planeta es sólo un pequeño astro que deam­bula en el espacio. Por otra parte, la física ha tratado de encontrar en el reino de lo infinitamente pequeño una partícula material indivisible, el átomo, que tenga un carácter perma­nente, pero al explorar el átomo se hallaron partículas subatómicas de una duración limitada y que se transforman en energía.

Los filósofos antiguos al tratar de hallar una explicación última al conjunto de lo real dieron con la noción de ser, la más abarcadora de todas las nociones, “y a la par que se preguntaban por el ser, también se preguntaron por las posibilidades cognoscitivas del hombre y buscaron determinar las características de un conocimiento se­guro y confiable, planteando de este modo no sólo el problema ontológico o metafísico, sino también la cuestión gnoseológica.

7- Los comienzos de la filosofía. Mito y filosofía

La historia de la filosofía comienza en Grecia. Los griegos constituían un pueblo que vivía en el Mediterráneo oriental, principalmente en las costas e islas del mar Egeo y del mar Jónico, aunque llegaron a establecer asentamientos en puntos tan distantes entre sí como el mar Negro, la costa mediterránea de España y el norte de África. Su civilización se extiende a lo largo de varios siglos, a través de los cuales se pueden diferenciar etapas, pero se conviene en que llega a su culminación en la Grecia continental, en el siglo V a.C., que recibe el nombre de “siglo de Pericles”.

Los griegos fueron un pueblo notablemente creador en muchos terrenos. Sus aportes en literatura, escultura y arquitectura, así como en ciencia y filosofía, y en la organización social y política, fueron deci­sivos en toda la civilización occidental posterior. Los griegos estaban en contacto e incorporaron conocimientos de los pueblos del cercano oriente, como los egipcios y los babilonios, que habían producido descubrimientos matemáticos y astronómicos importantes.

Aunque cuando hizo falta supieron pelear, no se trató de un pueblo demasiado poderoso, ni conquistador militar. A pesar de que derrotaron a los persas en el siglo V, luego de haber sufrido gran cantidad de lu­chas internas, sucumbieron frente a Alejandro de Macedonia en el s. IV y posteriormente ante el empuje de las legiones romanas, siglo II a.C. Pero, vencidos militarmente, sedujeron a sus conquistadores culturalmente, imponiendo en buena medida su manera de entender el mundo y la vida humana. El mismo Alejandro había sido educado por uno de los mayores filósofos griegos, Aristóteles, y la costumbre romana era confiar la educación de los niños a los griegos.

Muchísimas palabras griegas pasaron al latín y de allí a las lenguas modernas euro­peas; no sólo “filosofía” que deriva del griego phileo, “yo amo” y sophía, “sabiduría”; sino expresiones como “democracia”, “psicología”, “práctica”, etc. También nombres propios como “Nápoles”, del griego neo, “nuevo” y polis, “ciudad” o, “Niza”, de niké, “victoria”, reconocen su origen en la lengua griega. Montañosa, en buena medida árida, la Grecia continental está constituida por pequeños valles relativamente aislados que se comunican más fácilmente por mar que por tierra. Este territorio era propicio para que se desarrollaran pequeñas comunidades autónomas, las polis o ciudades-estado, cuya población, al crecer debía emigrar y fundar colonias que mantenían un vínculo más espiritual que material con la metrópoli. Pueblo de navegantes, campesinos, artesanos y comerciantes, amante de la autonomía y la libertad, abierto a las otras civilizaciones, logró emanciparse económica, política y mentalmente. Este pueblo fue el que comenzó a filosofar.

Aunque los griegos fueron los primeros en comenzar a filosofar, no lo hicieron de un día para otro; tampoco fueron los primeros en formularse preguntas filosóficas, sino que fueron los que iniciaron una consideración racional de esas preguntas, y con ello, los que dieron nacimiento a la filosofía.

Con anterioridad, los mismos griegos y muchos otros pueblos se habían preguntado por los comienzos del mundo, elaborando diferentes cosmogonías, es decir, explicaciones acerca del modo en que se había generado el cosmos. Estas cosmogonías tenían un carácter mitológico, es decir, constituían explicaciones que no pretendían ser racionales, eran aceptadas como una creencia, tenían un origen anónimo que se perdía en la noche de los tiempos. Así, por ejemplo, algunas de estas cosmogonías ubicaban en el principio al caos primordial en el cual todo constituía una unidad; del caos surgieron y se diferenciaron la tierra, el agua y el cielo estrellado, constituyéndose el cosmos, expresión que en griego significa “orden”.

La filosofía se fue diferenciando progresivamente de las explicaciones mitológicas en la medida en que los filósofos trataban de dar explicaciones más o menos racionales que podían ser aceptadas o rechazadas por medio de la argumentación; las explicaciones filosóficas ya no pertenecían al folclore de los pueblos, ni eran anónimas, sino que eran las ideas de tal o cual filósofo.

Tales, que vivió en el siglo VII a.C., en la ciudad de Mileto, en Jonia, está considerado habitualmente el primer filósofo. Forma parte del grupo de los presocráticos, es decir, de los filósofos anteriores a Sócrates, de quienes sólo se conservan breves fragmentos y algunos testimonios de sus contemporáneos. La pregunta que se formula Tales es de qué están hechas todas las cosas, cuál es su principio o fundamento. La respuesta que dio puede ser un tanto sorprendente: el agua. En el fondo todo está hecho de agua, este libro, aquella mesa, etc. Pero, lo que distingue la explicación de Tales de una respuesta mitológica es que llegó a ella a partir de ciertas observaciones y por un proceso de razonamiento. En efecto, Tales observó que el agua es fundamental para todos los seres vivos, qué la reproducción tiene lugar siempre en un medio acuoso, que el agua puede pasar del estado líquido al sólido y al gaseoso, etc. Estas razones hoy no nos resultan convincentes, pero, en el tiempo en que fueron dadas, deben valorarse como un intento de pensar racionalmente y por cuenta propia. Por eso Tales tiene bien ganado el título de primer filósofo.

8- Heráclito y Parménides.

El cambio y lo permanentecambio y permanencia

Hubo dos filósofos, Heráclito, que vivió en la ciudad de Éfeso, y Parménides, en Elea, que estudiaron la cuestión del cambio y llegaron a conclusiones muy diferentes. Ambos vivieron hacia la misma época, pero no se sabe si se conocieron, pues en realidad, Éfeso y Elea son ciudades que quedaban muy lejos una de la otra. Lo cierto es que sus ideas son absolutamente contrarias.

heráclitoPara Heráclito, todo cambia y nada hay que sea permanente. Heráclito expresa esta idea diciendo que es imposible bañarse dos veces en el mismo río porque en el tiempo que va entre la primera y la segunda vez que se ingresa al río, las aguas, por el curso de la corriente, son otras y el río sólo apa­rentemente es el mismo. Un discípulo de Heráclito agregó que ni siquiera una vez nos podemos bañar en el mismo río, porque las aguas cambian a cada momento, continuamente. Por otra parte, y aunque esto nos provoque cierto vértigo, también nosotros, los sujetos, cambiamos constantemente.

Para Heráclito entonces, todo está en movimiento, todo está cambiando continuamente, pero este cambio no se produce de cualquier manera: un niño no se transforma en un elefante, es decir, el cambio se produce siguiendo un cierto orden, a este orden o ley del cambio Heráclito lo llamó logos. Lo frío se calienta, lo caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo que está seco se humedece. El cambio se da al pasar de un opuesto al otro. Los opuestos o contrarios se necesitan entre sí, se condicionan. Si decimos de algo que está frío es porque cono­cemos lo caliente, si afirmamos de alguien que está sano es porque sabemos qué es estar enfermo. Si desapareciera completamente la enfermedad ya no sabríamos qué es la salud. Si se eliminara completamente la injusticia ya no sabríamos lo que es la justicia. Por eso decimos que los contrarios se necesitan entre sí.

De acuerdo con Heráclito, el sabio no es el que trata de comprender cada cosa aisladamente, sino quien intenta aprehender el proceso de desarrollo, descubrir su legalidad. El desafío de Heráclito es tratar de comprender un mundo, una realidad que está sometida a un cambio permanente.

parménidesParménides piensa de un modo totalmente distinto del de Heráclito. Aunque Parménides ve, como todo el mundo, que las cosas cambian, considera que no debemos guiarnos por lo que vemos, oímos o tocamos, es decir, por nuestros sentidos, sino que debemos considerar la cuestión del cambio solamente con el pensamiento, con la razón.

A Parménides le parece que hay un principio racional, absolutamente seguro, que es el siguiente: “Lo que es, es y lo que no es, no es”, o “El ser es y el no ser no es”. Este principio es el punto de partida del razonamiento de Parménides. Si el ser es y el no ser no es, entonces el ser no puede haber comenzado en el tiempo, porque antes del ser hubiera sido el no ser. Pero, ¿qué hemos dicho? Esto es imposible, según nuestro principio el no ser no es, así que jamás podría haber sido el no ser. Por lo tanto, el ser no tiene un comienzo en el tiempo. Parménides continúa su razonamiento de la misma manera: si el ser es y el no ser no es, entonces el ser no puede tener un final en el tiempo, porque después del ser, sería el no ser, lo cual es imposible, por lo tanto, el ser no puede tener un final. Si el ser no puede tener un comienzo ni un final en el tiempo, entonces, el ser es eterno. Ésta es la conclusión a la que llega Parménides.

De un modo similar razona sobre el cambio. Cambiar es dejar de ser lo que se es para pasar a ser lo que no se es. Pero, la razón nos dice que el ser es y el no ser no es, ¿cómo podría ocurrir, entonces, que algo que no era pasase a ser o algo que fuera dejara de ser? Por lo tanto, el ser es inmutable.

Parménides llega a la conclusión de que lo que es auténticamente, lo que es verdaderamente, no cambia, es eterno y es único. ¿Y las cosas que vemos o sentimos cambiar? Parménides dice que se trata de una ilusión de nuestros sentidos, que el problema no hay que abordarlo con los sentidos, sino con la razón.

Parménides es el filósofo de lo permanente, el que busca algo fijo, algo que no cambie y que al hallarlo lo considera lo único real. En la historia de la filosofía posterior Heráclito y Parménides tuvieron una gran influencia y hubo filósofos que se acercaron más a uno o al otro.

Un filósofo que salió en defensa de Parménides con unos razonamientos muy agudos fue Zenón de Elea. Vamos a presentar algunos de estos razonamientos. Todos ellos tratan de demostrar que el movimiento, que es el cambio más simple, el cambio de lugar, es imposible o, por lo menos, difícil de comprender.

El primero de estos razonamientos es el que se denomina “La carrera de Aquiles y la tortuga”. Como es sabido, Aquiles era llamado el de los pies ligeros, y obvio es que la tortuga es uno de los animales más lentos del planeta. Cualquiera diría que en una carrera gana Aquiles. Tanta es la confianza que puede sentir Aquiles que hasta le da a la tortuga una ventaja. Zenón afirma entonces que Aquiles no ganará la carrera, es más, que jamás podrá alcanzar a la tortuga. ¿Cómo lo prueba? De la siguiente ma­nera: mientras Aquiles recorre el espacio que media entre su punto de partida y el punto de partida de la tortuga, la tortuga habrá avanzado algo; mientras Aquiles recorre el espacio que hay entre el punto de partida de la tortuga y el punto que la tortuga había alcanzado, la misma algo habrá avanzado; mientras Aquiles recorre el espacio que hay entre... y así hasta el infinito. Conclusión: Aquiles nunca alcanzará a la tortuga.

Otro argumento es el de la flecha. Una flecha disparada hacia el blanco, en realidad no se mueve. ¿Por qué? Porque, dice Zenón, la flecha, antes de llegar al blanco tendrá que recorrer la mitad del camino. ¿De acuerdo? Y antes de recorrer la mitad del camino, tendrá que recorrer la mitad de la mitad. ¿De acuerdo? Y antes de recorrer la mitad de la mitad tendrá que recorrer la mitad de la mitad de la mitad... y así hasta el infinito. Conclusión, la flecha nunca saldrá disparada.

Los razonamientos de Zenón podrían resumirse de la siguiente manera: un cuerpo en movimiento, no se mueve dónde está —precisamente porque está en movimiento—, ni se mueve donde no está —porque sería contradictorio que se moviera allí donde no se encuentra—. Por lo tanto, no se mueve dónde está ni donde no está, es decir, no se mueve en absoluto.

Se cuenta que a otro filósofo, Diógenes, frente a los razonamientos de Zenón y como forma de refutar los mismos, se le ocurrió levantarse y caminar, de donde vendría aquello de que “el movimiento se demuestra andando”.todo cambia y permanece

La problemática tratada por los presocráticos ha sido también motivo de obras literarias como la poesía “Son los ríos”, de Jorge L. Borges:

 

Somos el tiempo. Somos la famosa parábola de Heráclito el Oscuro.

Somos el agua, no el diamante duro, la que se pierde, no la que reposa.

Somos el río y somos aquel griego

que se mira en el río. Su reflejo cambia en el agua del cambiante espejo, en el cristal que cambia como el fuego.

Somos el vano río prefijado,

rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.

Todo nos dijo adiós, todo se aleja.

La memoria no acuña su moneda.

Y sin embargo hay algo que se queda y sin embargo hay algo que se queja.

“Son los ríos”, Jorge L. Borges, 1985. en Los conjurados, Obras Completas, Tomo II, Emecé, Bs. As., 1989.

 

ACTIVIDAD

■ Construir un esquema comparativo de las posiciones filosóficas de Heráclito y Parménides.

 

9- El atomismo

Las ideas de Parménides, aunque difíciles de rebatir desde un punto de vista lógico, chocaban groseramente con las obser­vaciones sensibles. Por otra parte, las ideas de Heráclito, aunque se acercaban más a la información que nos proporcionan los sen­tidos, presentaban la dificultad lógica de tener que admitir la producción de un cambio continuo sin un sustrato permanente.

Dos filósofos, Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera, sin embargo, ensayaron una síntesis entre las posiciones de Heráclito y Parménides. Leucipo y Demócrito postularon la existencia de átomos, que en griego quiere decir indivisible, minúsculas partículas materiales cada una de las cuales era eterna, inmutable, inengendrable e indestructible, es decir, tenían las propiedades del ente de Parménides, pero, a diferencia de éste, no eran únicas, sino múltiples y aunque en sí mismas inmutables, estaban sometidas al cambio de lugar. Los átomos se desplazaban en el vacío y se unían o separaban entre sí, formando distintos objetos materiales. En lo que se refiere a los cuerpos compuestos, los que tienen más vacío son más ligeros, duros son los más densos y blandos los más raros. La doctrina atomista es un materialismo en la medida en que afirma que toda la realidad se compone de átomos materiales o corporales. El cambio que experimentan los objetos se explica porque se agregan o desagregan átomos, que aunque son tan pequeños que no pueden ser vistos se distinguen entre sí por su tamaño y su figura. Los átomos están dota­dos de movimiento espontáneo y determinado y se mueven en un universo infinito, en parte lleno y en parte vacío. De esta manera, para la teoría atomista, ni el cambio ni la permanencia tienen un carácter absoluto, hay un cambio y una permanencia relativos y de este modo se concilia a Heráclito con Parménides. El atomismo va a ser retomado por la física a partir del siglo XIX y concepciones materialistas se van a desarrollar en la filosofía moderna.

FUENTE:

"Filosofía." Microsoft® Student 2008 [DVD]. Microsoft Corporation, 2007 (con modificaciones personales)

Nuevo Curso de lógica y filosofía, Obiols, Kapelusz, 2000 – Argentina (con modificaciones personales).

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